domingo, 15 de junio de 2014

Relato informe de batalla Hombres lagarto vs Condes vampiro

El claro apareció de súbito, detrás de una gran pared de selva. Los zombis se oscilaron de forma tambaleante mientras avanzaban por el terreno. Habían marchado durante días por la jungla más impenetrable y el grueso del ejército aún permanecía intacto. El Señor de los Vampiros hacía marchar por vanguardia una enorme turba de zombis por si encontraban enemigos. Esto les hacía avanzar muy lentamente pero el Señor de los Vampiros no tenía ninguna prisa.

Habían desembarcado en la costa oriental de Lustria y durante las semanas en las que el ejército había vagado por la jungla, cientos de ojos habían seguido su marcha a través de la selva. El Señor de los Vampiros buscaba la legendaria ciudad de Xuchotl, pretendía saquear sus enormes tesoros y riquezas gracias a un antiguo manuscrito que había encontrado en una las profundas y oscuras cámaras de su castillo en Sylvania.

Los Chamanes eslizón habían augurado la incursión y mediante comunicaciones telepáticas con otras ciudades, varios batallones de eslizones se habían encargado de observar, acosar y hostigar a la masa de zombis en su avance por la selva de Lustria.

Desafortunadamente, el Señor de los Vampiros era un reanimador consumado por siglos de lucha y la selva de Lustria era un gran cementerio debido a todas las incursiones a lo largo de los siglos y así el ejército de zombis y esqueletos pudo continuar sin problemas.

El capitán Eslizón Itzuan observaba el claro en el que iban a tender la emboscada. Había dispuesto sus tropas siguiendo el plan trazado con su hermano de agua y uno de los chamanes del mismo rango que su hermano. El ejército del Señor de los Vampiros debía atravesar un claro que disponía de una ciénaga en el flanco derecho y de una pared rocosa en el izquierdo, además de un promontorio de rocas inescalable que iba a obligar a su ejército a dividirse en dos grupos.

Era el lugar perfecto para emboscarlos. El capitán Eslizón, negro como el azabache se montó a su Terradón y dio las últimas órdenes a su flanco mientras que su hermano de agua Zuanit guiaba a su grupo de hostigadores hacia el otro flanco.

El plan de batalla era aprovechar que los zombis luchaban con su ejército dividido mientras los acosaban por los flancos. Esta debía ser la última de una larga serie de incursiones y de ataques relámpago que acabaría con la ofensiva enemiga. Dos Bastiodones y un grupo de cazadores de razordones apoyarían a las cuatro cohortes de hostigadores eslizón mientras atacaban por el flanco.

El vampiro avanzaba con cautela junto a su manada de necrófagos, por delante de ellos, la turba de tambaleantes zombis sufría una lluvia de dardos envenenados que mermaba poco a poco sus filas. El Señor de los Vampiros convocó a sus Nigromantes para que levantaran mas zombis y esqueletos de la embarrada tierra de Lustria pero los vientos de la magia no los ayudaron.

Los Terradones lanzaron su cruel graznido y se aproximaron al Sagrario Mortis que acompañaba a las tropas. Itzuan marchaba en esa ofensiva, pues era joven, atrevido y temerario, además de un excelente jinete de Terradón. Un fulgor extraño apareció en el cielo de súbito, un fulgor que el Señor de los Vampiros reconoció al instante como problemas.

De entre el centro de las filas de eslizones se escuchó un bramido aterrador, un bramido que pese a su furia, todos los guerreros eslizones lo reconocían como aliado. Era un Estegadón. Itzuan no había sido informado de que aliados debían esperar, pero el fulgor del cielo le dio ánimos y fuerza, pues sabía quién iba a llegar y sabía no había sido derrotado nunca.

Itzuan se lanzó a la carga con sus Terradones pero no pudo evitar que el fragmento de cometa los alcanzara. Con un estruendo que se alzó por encima de los cánticos de dispersión de los Nigromantes, el fragmento de cometa se estrelló contra el suelo. Casi la mitad de los no muertos reanimados por la brujería del Señor de los Vampiros fueron literalmente destrozados por el impacto y la bandada de Terradones de Itzuan fue arrojada contra los árboles de la jungla de forma violenta.

Tetto’eko, el Astromante de las constelaciones, había irrumpido en el claro con veinte de sus guerreros eslizón que formaban su cohorte de honor y dos de sus Kroxigores sagrados, desovados para ser sus guardianes. Su Estegadón sagrado lanzó varias andanadas de dardos gigantes a los zombis que acabaron masacrados en el suelo con grandes espasmos y convulsiones en sus ya podridos cuerpos.
Con un solo gesto de su antigua y poderosa mano, Tetto’eko lanzó por los aires a una bandada de Varghulf que pretendían avanzar hasta las filas de eslizones. Los razordones acabaron con la Várgola que los lideraba atacándole con sus poderosas garras y colmillos.

El ejército de los condes vampiro estaba rodeado. El Sagrario Mortis se había llevado la peor parte del impacto del cometa y se mantenía en pie solo gracias a la voluntad del vampiro. Los zombis y esqueletos habían cerrado filas y se habían atrincherado alrededor del promontorio de rocas del centro. Desde el flanco derecho, dos cohortes de hostigadores eslizón asediaban la unidad de esqueletos y la guardia de los túmulos apoyados por un bastiodon que no cesaba de atraer serpientes venenosas del grosor de la pierna de un hombre y un grupo de cazadores razordones, que estaban locos de furia después de descuartizar a la última Várgola. Los terradones habían sobrevolado las filas y lanzaban sus boleadoras contra el carro de cadáveres, intentando prenderle fuego.

En el combate, Zuanit lanzó un bramido que crepitaba con la energía de los vientos de la magia, sus dientes crecieron, sus músculos se hincharon y sus ojos se tornaron rojos sedientos de sangre, destripó con sus garras la horda de zombis y a siete de sus guerreros con su violenta magia. También los Nigromantes del Señor Vampiro tuvieron problema al manipular la magia y a duras penas sobrevivieron a las dos explosiones de magia pura fruto de los veleidosos vientos.

En el flanco izquierdo, por el contrario, Tetto’eko luchaba cuerpo a cuerpo contra los zombis apoyado por su Estegadón sagrado. El Vampiro contemplaba, impotente a sus filas menguar hasta un límite crítico. La batalla acabó en pocos minutos. Con el ejército dividido, rodeado y acorralado, poco se podía hacer. Los Eslizones acabaron con todo el ejército zombi sin piedad, incluso los nigromantes fueron acribillados sin ningún destello de humanidad en los ambarinos ojos de reptil de los Eslizones.

Pero el Señor de los Vampiros nunca fue encontrado ni vivo, ni no-muerto.

Zuanit buscó entre los Terradones a su capitán y hermano de la misma agua, el chamán albino, marcado como su hermano por la mano de los Ancestrales lo encontró inconsciente pero vivo. Era el único de su cohorte de Terradones que había sobrevivido al cometa de su Señor Tetto’eko y eso mostraba que seguían bendecidos por los Dioses. Zuanit vertió un poco de un líquido verde en la garganta del capitán y después de unos pocos estertores, Itzuan abrió los ojos. Zuanit llamó a un grupo de eslizones que montaran una litera con ramas y que lo llevaran a la ciudad templo.

Esa noche, en el ritual de bienvenida, Itzuan entraría a la ciudad después de su Señor Tetto’eko. Aquello era un gran honor, pues los dos hermanos tenían un lugar importante en una tablilla sagrada oculta en la ciudad y ahora que el Señor Tetto’eko había llegado, podrían interpretar correctamente el significado de la tablilla. Al fin el Señor Tetto’eko, Astromante de las constelaciones, oráculo de las dos lunas y señor de las profecías, había llegado a Xuchotl.

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